sábado, 9 de mayo de 2015

MOMENTOS EN LOS QUE UN LIBRO ROMPE LA AMISTAD

Los amantes de los libros aman tener amigos a los que les gusten también los libros. Parece un trabalenguas, pero no lo es. ¿No es maravilloso tener amigos con los que puedes hablar de lo que lees, amigos que entienden que tengas que entrar en una librería o amigos con los que puedas leer en silencio? Pero, por otra parte, los amigos lectores son también los peores amigos que puedes tener… porque querrán interactuar con tus libros y todos sabemos que esas intenciones las carga el diablo. Ahí vuestra amistad bailará sobre el borde del precipicio, porque hay muchos, muchos momentos en los que un libro puede ser el elemento que está llamado a romper vuestra amistad.


Cuando prestas un libro y no te lo devuelven hasta mucho, mucho, mucho tiempo después
Posiblemente esta es la peor pesadilla de todo el mundo que ama sus libros por encima de todas las cosas (o una de ellas, si seguís leyendo encontraréis mucho más material para no dormir). La base de los préstamos (y lo mismo sucede con los que tomas en la biblioteca) es que tienen fecha de caducidad. Se podría añadir, sin embargo, la alegría desbordante que se siente cuando se recupera el libro perdido.
Cuando ese al que conocías como amigo pierde el libro que le has dejado
Puede ser peor, además. Puede ser que el libro que amabas, que dejaste prestado con total confianza, nunca vuelva a ti. Todo el mundo conoce a alguien que ha vivido esta tragedia. Ese que tú creías que era una persona responsable ha perdido tu libro. Al menos, esperamos que el ex-amigo tenga la valentía de confesar su crimen.
O cuando vas a recuperar tu libro a su casa… y no lo encuentra 
Decidido a recuperar el libro prestado y que permanece como rehén en casa de quien lo tiene en préstamo, vas a intentar recuperarlo. Es un clásico. Aunque como nos cuenta una lectora que prefiere permanecer en el anonimato es también material para el dolor: está por aquí, te dicen, pero no lo encuentro.
… Y se lo ha dejado a otro amigo… 
El préstamo se basa en una relación de confianza. Y si le prestas ese libro que amas a una persona es porque confías en que esa persona lo trate como se merece. No has dado permiso para que se lo deje a ese amigo que tenía tantas ganas de leerlo y que tú no sabes quién es (o cómo es con sus libros, que es lo que realmente importa).
Cuando lo rompe, lo destroza, lo maltrata
En ese momento no solo dudas de la supervivencia de vuestra amistad, también empiezas a considerar el crear un lobby para que incluyan este delito en el código penal.
(y añadimos que te lo devuelvan subrayado: boli, lápiz o subrayador fosforito, todos están prohibidos) 
Y mucho peor cuando te dice que le gustan ¡¡los libros vividos!!
Claro que cuando un antiguo amigo trae tu libro en un estado deplorable, no te quedas tan campante. Suelen cruzarse unas cuantas acusaciones enfurecidas. El colmo de la cualquier discusión es cuando el malvado que ha tenido en sus manos tu libro defiende que el lomo combado y las pastas que han sufrido demuestran que el libro ha vivido. Solo se le puede mirar con odio. ¿Ha olvidado que ese es tu libro?
Cuando no leen los libros que con tanto amor les has recomendado / prestado
Y te repites: no te recomendará nada jamás de los jamases
O cuando infravaloran/ridiculizan todos los libros que le recomiendas
Sientes la necesidad de castigarlo copiando cien veces ‘todos los libros merecen el mismo repeto’.
O regalan los libros que tú le has regalado 
Hay una norma básica en el mundo de la amistad: esto no es como los regalos cutres que te puede hacer (o hacían en el pasado) en el trabajo por Navidad. Aquí no vale recurrir a eBay para venderlos. Tampoco vale darle salida cuando tienes que hacer un regalo. Un libro no es una botella de vino de la cesta de Navidad. Es algo elegido con cariño y de forma personal. Un libro regalado es sagrado. Y tiene que quedarse en tu estantería. Por siempre.
Ese amigo que siempre hace spoilers, siempre
¿Estás leyendo XXX? Pues en el libro dos, Fulanito muere y Menganita se casa con su hermano. O, incluso peor por más sibilino: ¿has llegado a la página 78? No te creerás lo que pasa
Y cuando odia ese libro que tú amas
 Hay límites que no se pueden cruzar. O que crean para siempre resquemor entre los amigos.

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